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Con el objetivo de acercar a la población dominicana a la trayectoria personal de Duarte y su nacimiento como patriota con mayor precisión, hemos redactado una especie de cuento digital que se divide en ocho capítulos significativos sobre Juan Pablo Duarte, recreando estas admirables escenas con algunos diseños gráficos y añadiendo ficción a los textos para mejor entretenimiento. ¡Conoce los episodios duartianos que tenemos para ti!

Episodio 1. Odisea marítima de Duarte: ¿Hasta cuándo, muchacho?
Duarte inició su primer viaje de estudios con destino al continente europeo en 1829; para lo que llegó primero a Nueva York a bordo del bergantín George Washington. Durante el trayecto, se produjo una conversación con el capitán del barco, John Harador Jr, que provocó un despertar en el joven de 16 años.
Capitán: Todo está en constante movimiento… y eso es lo absurdo: hay algo que está estancado en medio del movimiento. ¿Hasta cuándo, muchacho?
Duarte: ¿Hasta cuándo qué?
Capitán: ¿Hasta cuándo seguirás diciendo que eres haitiano?
Duarte: ¡No soy haitiano!
Capitán: Está escrito en tu pasaporte.
Duarte: ¡Yo soy dominicano!
Capitán: Ni tú ni tus padres merecen tener un nombre porque cobardes y serviles inclinan la cabeza bajo el yugo de antiguos esclavos. Tienen que demostrar que son dignos de llevar ese nombre.
Duarte: ¡Lo demostraremos! Tú no conoces mis inquietudes, por eso hablas así. Ignoras qué ideas bullen en mi mente y en el alma de todo el pueblo. Mis ideas son las ideas del pueblo, no nacen del viento ni de las olas del mar. Se han formado en el mismo centro de donde emana el fuego de esta Isla.
Sobre este momento, que le hizo concebir el pensamiento de libertar a su patria, él escribió una nota a su hermana Rosa Duarte:
“Juré en mi corazón no pensar ni ocuparme, sino en procurar los medios para probarle al mundo entero que teníamos un nombre propio, dominicano, y que éramos dignos de llevarlo”.

Episodio 2. Regreso del viaje de estudios
Duarte retornó a Santo Domingo desde España, en 1831. La noticia de su llegada se extendía rápidamente en toda la villa e iban llegando sus antiguos discípulos. Uno de sus más viejos amigos, Manuel María Valverde, durante la reunión de recibimiento, le dijo a Duarte:
“Juan Pablo, desde que llegaste has hecho muchas preguntas, pero casi no has hablado de ti. Dinos, ¿qué fue lo que más te impresionó de los países que has visitado?”.
Y Duarte le respondió: “Lo que más me ha impresionado en toda mi ausencia, ha sido la lucha que se libra en Barcelona por conquistar los fueros y libertades de Cataluña. Fue lo que más hondo me afectó porque nosotros los dominicanos también tenemos fueros y libertades que conquistar”.
Fue una respuesta que provocó asombro en los semblantes de todos esos muchachos, y se convirtieron en el punto de partida de muchas promesas y propósitos.

Episodio 3. Escuela de Las Atarazanas. Inicio del proyecto de Nación
En 1833, Juan Pablo Duarte inició labores pedagógicas, de manera gratuita, en el almacén de provisiones y útiles de marinería de su padre Juan José Duarte, ubicado en Las Atarazanas, en las que enseñaba todo lo que había aprendido durante su viaje de estudios por Estados Unidos y Europa.Comenzó a impartir clases de matemáticas, filosofía, historia, geografía, y a formarlos políticamente. Compartía con ellos los libros traídos desde España.
Este recurso, que utilizó Duarte para disipar la ignorancia y remover la inercia de los jóvenes de la época, tuvo gran incidencia en la enseñanza de sus alumnos, quienes serían años después los próceres de nuestra nación. Una conducta que despertó la admiración de su hermana Rosa Duarte, que expresó:
“Consagrado a estudiar, nunca dejó sus libros antes de la una o las dos de la mañana… Desde que regresó a su patria no pensó en otra cosa que en ilustrarse y allegar prosélitos”.

Episodio 4. El Dominicano Español. Una verdadera conmoción en la isla
En 1835, bajo las puertas de algunas casas, comenzaron a aparecer hojas anónimas en contra de los haitianos, las cuales estaban marcadas con el seudónimo “El Dominicano Español”.
A Duarte le intrigó grandemente esta aparición. Una mañana de domingo fue en busca de su amigo José María Serra para conversar con él a la orilla del Caribe, y se encontró con una gran sorpresa:
Duarte: ¿Qué es eso, no sales hoy?
Serra: No, estoy muy ocupado.
Duarte: Y, ¿qué escribes?
Serra: Toma y lee.
Duarte: Con que eres tú. ¡Caramba! Pues voy a ayudarte.
Serra era el propulsor de ese periodismo clandestino que tanto alboroto causaba, y Duarte se unió a esta tarea de escribir a mano esas hojas anónimas.
Días después, Duarte le dijo a Serra con aire solemne: “Nada hacemos, querido amigo, con estar excitando al pueblo y conformarnos con esa disposición, sin hacerla servir para un fin positivo, práctico y trascendental… En vez de continuar excitando al pueblo como hasta aquí, es menester formar una sociedad secreta revolucionaria; todo lo tengo meditado”.

Episodio 5. El alba de 1838. Fundación de la Sociedad Secreta La Trinitaria
El 16 de julio se recuerda el triunfo de la cruz y se rinde homenaje a la Virgen del Carmen. Por esta razón, en 1838, Duarte citó a ocho jóvenes de su generación a la morada de Juan Isidro Pérez, frente a la Iglesia del Carmen, así sería menos perceptible que en un lugar apartado o en horas de la noche.
“Queridos amigos, conozco bien sus sentimientos y su disposición. Sé que ustedes son patriotas y valientes. Tenemos que comprometernos a ofrendar persona, vida y bienes por la libertad de la Patria, o morir en la demanda. Por tanto, si alguno quisiera separar y abandonar la causa noble de la libertad de nuestra querida patria…”, no lo dejaron concluir la frase, exclamando todos que eran uno con la causa.

Episodio 6. Confección de la primera Bandera dominicana; sueño acariciado por Duarte
La bandera dominicana fue diseñada por Juan Pablo Duarte; la presentó a sus compañeros en la juramentación de la Sociedad Secreta La Trinitaria, aseverando que la República tendría “su pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules, atravesados por una cruz blanca”.
Destaca en Concepción Bona la primacía de haber confeccionado la enseña tricolor que ondeó en la Puerta del Conde, tarea en la que estuvo acompañada por María de Jesús Pina; también, a la heroína María Trinidad Sánchez se le atribuye haber participado en la elaboración del pabellón.
Correspondió a las hermanas Villa del Orbe coser la primera bandera enarbolada en La Vega, el 04 de marzo de 1844.
La existencia de los primeros ejemplares de la bandera también se hizo posible gracias a Isabel Sosa, Ana Valverde, y a las acciones de otras mujeres de la Patria.

Episodio 7. Nace la República Dominica y su Bandera
El 27 de febrero de 1844, los dominicanos estaban citados para dar un golpe contra los haitianos a las 10 de la noche, en distintos puntos de la ciudad.
El grupo de Ramón Matías Mella debía encontrarse en la Puerta de la Misericordia; sin embargo, a las 11 de la noche faltaban varias personas que, al parecer, titubearon para entrar en acción, y él realizó el disparo heroico que sacó a los vacilantes de sus hogares.
Los patriotas presentes marcharon jubilosos hacia el Baluarte de San Genaro, hoy Puerta del Conde. Francisco Sánchez se presentó allí para enarbolar la primera bandera dominicana, pues Duarte le había dejado al frente de su movimiento.
En la Fortaleza Ozama, los integrantes de los regimientos abandonaron el fuerte y lo dejaron prácticamente solo, colocándolo en una posición precaria. Los patriotas aseguraron todos los puntos militares de importancia.
Correspondió al valiente Francisco Sánchez el honor del primer enhestamiento de la bandera nacional. Y fue exclamado con júbilo “Dios, Patria y Libertad. ¡Qué viva la República Dominicana!”.

Episodio 8. Rendición de Cuentas de Duarte
Luego de proclamada la Independencia Nacional, tuvo lugar la Guerra Domínico-Haitiana desde 1844 hasta 1856, lo que provocó múltiples combates en distintos puntos del territorio dominicano.
Seis días después de su regreso triunfal a la patria, Duarte fue designado por la Junta Central Gubernativa, gobierno provisorio de la época, como comandante adjunto para viajar al Sur frente a un ejército con el objetivo de defender a la República.
El patricio acató el dictamen de este gobierno provisional, aunque tuviera que lidiar en esa zona con el general Pedro Santana, lo que fue considerado por algunos escritores como un duelo entre un cacique de ego inflado y la proverbial humildad del patricio. Duarte fijó postura sobre las acciones que debían tomarse de inmediato sin intención de crear escisiones o rivalidades, pero Santana se mostró reticente, no cedió ante argumentos ni esfuerzos, y llamó a Duarte como “muchachito de modales finos, disociador, anarquista”.
“Sí, estoy dispuesto a contribuir con la revolución, pero yo mando”, respondió Santana a su amigo Esteban Aybar cuando éste le pidió respaldar la causa. Conteniendo el disgusto, Duarte marchó a la capital tras 21 días de estériles esfuerzos. Al regresar, rindió cuentas a la Junta sobre lo que había gastado del dinero que le fue entregado, devolviendo 827 pesos fuertes que restaron de los mil recibidos para gastos de campaña.
En un pliego escribió detalladamente, centavo a centavo, en qué invirtió el dinero, sin deducir nada por sus servicios. Ejemplo de transparencia y honestidad absoluta de Juan Pablo, y del buen manejo de los recursos del Estado sin enriquecimientos o acciones ilícitas.